Qué rápido pasa el tiempo, decía mi madre. Desde mi juventud la miraba como quien mira algo lejano
que no comprende, hasta que el tiempo que tan rápido pasa me alcanzó.
Abrimos y cerramos etapas sin darnos cuenta en un viaje que parece interminable.
Un camino con piedras y descansos que me lleva inevitablemente a conocerme mejor
y reconocer que la perfección no es lo mío. Gracias a ese viaje un día que apenas recuerdo tomé
la acertada decisión de sumergirme...