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 JUAN Y EL MONSTRUO

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JUAN Y EL MONSTRUO Empty
MensajeTema: JUAN Y EL MONSTRUO   JUAN Y EL MONSTRUO Empty12/1/2020, 10:04

Juan era un chico de 8 años que tenía pesadillas todas las noches. Lo curioso es que no las tenía mientras dormía, sino que éstas llegaban justo cuando se metía en la cama y su madre apagaba la luz de su habitación. Entonces, estando despierto, aquel monstruo horrible aparecía en la esquina junto a la ventana. Ese monstruo horrible tenía 4 ojos que no hacían más que moverse de un lado a otro, dos antenas que parecían dos ramas de árbol torcidas, y una boca enorme llena de afilados dientes y que no hacía más que babear. Además, emitía un ruido insoportable.

Juan entraba en pánico y se quedaba inmóvil, congelado. Intentaba gritar, pero el miedo a que aquel monstruo se pusiera nervioso y le atacara le helaba hasta la voz. Entonces….de repente, conseguía llamar a su madre, la cual venía corriendo a toda prisa, encendía la luz, y el monstruo desaparecía.

Su madre le insistía en que aquel monstruo no era real, que lo único que tenía que hacer cuando “le viera” era levantarse y encender la luz, pero Juan tenía tanto miedo que lo único que hacía era llamar a su madre para que repitiera el camino hacia su habitación y la iluminara, haciendo desaparecer a aquella horrible figura.

Pasaron los años, y aquel monstruo aparecía y desaparecía de su habitación casi todas las noches, pero Juan seguía “sin querer” levantarse a encender la luz para comprobar que todo era una imaginación suya y que allí no había nada. No había nadie. Solo él.

Juan cumplió así los 12 años, y aunque seguía viendo a aquel monstruo, su madre dejó de ir a su habitación a encenderle la luz. El niño estaba tan desesperado y asustado que optó por taparse por completo con las sábanas, porque allí se sentía seguro. El monstruo nunca le destaparía. Allí nada le pasaría. Había veces que no dormía nada en toda la noche, y se quedaba tapado hasta que los primeros rayos de luz solar asomaban por su ventana. Entonces, y solo entonces, Juan dejaba caer ligeramente su sábana para comprobar que el monstruo se había ido.

uan cumplió los 20 años, y aunque el monstruo que visitaba su habitación ya solo aparecía muy de vez en cuando, comprobó que la vida estaba llena de criaturas que le rodeaban y le perseguían. Ya no hacía falta que hubiera oscuridad, ya no necesitaban que Juan estuviera en su habitación. Aquellas extrañas criaturas aparecían en cualquier momento, en cualquier lugar. Juan ya no tenía la sábana para taparse, pero tenía otras cosas. Optaba por alejarse de aquellos lugares y aquellas personas que le daban miedo, aunque eso le creara otros problemas.

Juan cumplió los 40 años. Estaba casado y tenía dos hijos adolescentes que ya no vivían con él. Su miedo se había apoderado de él. Huía de manera constante de todo aquello que no entendía o que le causaba preocupación. Se alejaba de la gente que quería, dejaba de sentir pasión por las cosas que hacía. En definitiva, consumía su vida sumido en el miedo por no afrontarlo. Seguía en aquella habitación, en casa de sus padres, con la luz apagada, y cubierto con aquella sábana de lunares que le protegía de todo. La diferencia es que aquella habitación aislada era su vida. Se había quedado inmerso en un mundo sin nadie a su alrededor. La luz apagada de aquella habitación, hoy solo le aportaba sombras. Aquella sábana que le protegía pero que no le dejaba ver nada, seguía hoy alejándole de todo. Cortaba las conversaciones que no le interesaban por el miedo que generaban en él, no admitía ayuda de nadie, y se empeñaba en creerse sabedor de la verdad.

Aquel miedo de la infancia, aquellos monstruos que le observaban, hoy se habían convertido en los dueños de su vida. Y lo que en su día fue una sensación de terror, hoy se había transformado en ansiedad y depresión…”

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